martes, 28 de diciembre de 2010

Arrugas.

Mi novia está en el paro. Tiene a su abuela en el hospital y me pide que le lleve unos papeles al Inem. Que no va a poder. Le toca a ella quedarse cuidándola.

Le digo que vale y me presento allí. Soy uno de los pocos afortunados que nunca ha estado en el Inem y me sorprende la gran cantidad de gente que hay.

Cojo un papel en el que se indica el número de turno que me corresponde. Faltan más de treinta números para que me toque.

Me siento en una barandilla que está al lado de la entrada al edificio. Oigo a dos señores de unos cincuenta años hablar. Paso de oír a escuchar. Este cambio lo producen las lágrimas que salen del señor de bigote, grande, orondo, y triste. Muy triste.

Resulta que le despidieron porque, su jefe, decía que era muy mayor para trabajar en el restaurante donde estaba. Que la arruga no queda bien en un lugar público si el que la tiene no es el cliente.
Ya nadie le quiere en su sector. Ni en otros...

Resulta, que con cincuenta años eres viejo para trabajar según muchos (demasiados) gilipollas. Pero, por otra parte, cada vez es más tardía la edad de jubilación. Ya no se tiene en cuenta la dignidad de la persona. Esa gente que ha sacado adelante a una familia con el sudor de su frente, se merece otro trato. No son un número o un porcentaje. Son personas. Y ellos no han provocado ninguna crisis. No tienen porqué pagar los platos rotos del sistema.

Huelga.

Cuando se convocó la anterior huelga, no la apoyé. Siempre he dicho (y no sólo yo) que los sindicatos actuaron tarde y mal. Que antes de llegar al cuarto millón de parados, nos tenían que haber convocado a salir a la calle. Me parece que le dieron cuartelillo a Zp por ser del partido que es.

Pero, esta vez, no tengo excusa: Apoyo la huelga.
Porque hay cuatro millones de parados y, eso quiere decir, que nuestro dinero se está gestionando muy mal.
Porque, ahora, las empresas tienen muchas más facilidades para echarnos a la puta calle que antes.
Porque se ha aumentado la edad de jubilación a los 67 años.
Porque se ha tenido que luchar mucho para conseguir los derechos laborales que tenemos, como para que venga un tío que dice ser socialista, y nos los robe en nuestra cara.
Y... porque soy de izquierdas.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Made in Pakistan.

Tengo que hacer un recado. Me han encargado comprarle a mi sobrina un regalo por su cumpleaños. No me gustan estas cosas. Odio meterme en los centros comerciales una tarde de sábado debido a la cantidad de gente que está haciendo compras. Es muy agobiante.

Voy con paso firme y decidido para realizar la tarea cuanto antes y volver a casa, mientras pienso en lo que tengo que comprar: Un balón de fútbol.

Resulta que, a mi sobrina, le gusta el fútbol y, de mayor, quiere ser como el capitán del equipo de local y jugar en el mismo. Lo que no sé es si el cambio de sexo lo hará antes o después de aprender bien a jugar porque, sino, me parece harto difícil dado que, como la mayoría de clubes de fútbol, no tiene equipo femenino.

Mientras voy pensando en esto, curiosamente, interrumpe mi paso un balón de fútbol que bota justo delante de mí. Veo que se escapa e, intuitivamente, corro detrás de él para cogerlo, como si me fuera la vida en ello.

Lo atrapo y lo miro. Es como el que quiere mi sobrina. Tiene en grande el logotipo de una marca de esas que nos invade todos los días con sus anuncios en prensa, televisión y demás. Pero, más que la marca, me llama la atención un "Made in Pakistán" que figura en el mismo alrededor de la válvula de inflado.

De repente oigo a un grupo de chavales que, al grito de "¡señor, señor!" llaman mi atención. Están al otro lado de la valla de un colegio y me piden el esférico. Sin dudarlo, lo lanzo con la mano y se lo hago llegar a uno de los chicos. Y me dan las gracias. 

Me empiezo a imaginar en quién debió de hacer ese balón en Pakistán. Alguna vez, he podido ver imágenes de niños cosiendo balones. Además de tener que trabajar con siete u ocho años, tienen que aguantar cobrar una miseria por algo que, luego, se venderá en otros países por un precio cien veces más alto. Me parece curioso que, para que unos chicos y chicas jueguen a fútbol, otros chicos y chicas de la misma edad tengan que hacer los balones. Que para que unos chicos y chicas tengan móvil, otros chicos y chicas de la misma edad tengan que meterse en minas africanas para que, con sus pequeñas manos, puedan sacar los minerales necesarios para fabricarlos. Que para que unos chicos y chicas vistan bien, tengan que ser explotados otros chicos y chicas de la misma edad para que cosan las prendas de ropa que llevan.

Me parece que, a mi sobrina, le voy a regalar un libro.

Calcetines.

Llego a la oficina central de mi empresa. He quedado con mi jefe para unos asuntos que hay que resolver cuanto antes. Yo llego a tiempo. El no. Me dice la secretaria que me vaya a tomar un café, que cuando llegue, me avisa. Miro el reloj con rabia. Siempre llega tarde. ¿Se cree que sólo él tiene cosas importantes que hacer?

Hago caso. Entro en el bar más cercano. Pido un café. Busco un periódico. Sólo hay deportivos. "Bueno, sino hay más remedio...".

Me siento en una mesa y, mientras voy leyendo noticias que no me interesan, voy dando sorbos al café hasta que una voz llama mi atención. Levanto la cabeza y es un hombre con una inmensa cara de pena. Lleva una bolsa de deporte muy vieja. En la mano, tiene unos calcetines perfectamente doblado y etiquetados. Me los ofrece. Le digo que no, que no me interesa.

Se dirige al resto de la gente del bar. Muchos le miran con desprecio. Otros le dicen que no educadamente. Se va del bar. Todo sigue igual. Menos yo.

Me pregunto cómo un hombre puede llegar a acabar vendiendo calcetines en un bar. Me pongo en su lugar. Muy mal tendría que estar yo para acabar así. Si pasara hambre, si nadie me diera trabajo, si tuviera una familia que alimentar,... ¿Qué piensa un hijo o una hija cuando sabe que su padre se gana la vida vendiendo calcetines en bares?¿Se sentirá orgulloso/a porque su padre hace lo que sea por sacarles adelante?¿O pensará que es un fracasado porque no tiene un trabajo que esta sociedad considera digno?

Vivimos en una burbuja. En la burbuja que nos creamos alrededor de nosotros. Si los míos y yo estamos bien, todo va bien. Todo funciona. Pero no es así. En el mundo hay mucha más gente que la que podemos ver con la perspectiva que nos da mirar hacia nuestro ombligo. Pero, meterse en la piel del otro, a veces, es muy duro.